Puede definirse como la percepción que tenemos de nosotros mismos. Abarca todos los aspectos de la vida, desde el físico hasta el interior, pasando por la valía o la competencia.

Se trata de la valoración que hacemos de nosotros mismos que no siempre se ajusta a la realidad y esa valoración se forma a lo largo de toda la vida y bajo la influencia de los demás.

Lo que los demás ven en nosotros o, más bien lo que nosotros pensamos que los demás ven, es crucial para determinar nuestro grado de autoestima. Entramos en el terreno de la seguridad y la confianza en uno mismo, minando por las influencias del exterior.

Pero si hay algo que determina el estado de salud de nuestra autoestima es la infancia. El refuerzo positivo o negativo con el que hayamos contado desde los primeros pasos de nuestra vida va a ser fundamental para nuestra seguridad emocional en el futuro.

¿Cómo se forma la autoestima?

El concepto que tenemos sobre nosotros mismos lo vamos desarrollando poco a poco a lo largo de nuestra vida, cada etapa nos aporta experiencias y sentimientos, que darán como resultado una sensación general de valía y de incapacidad. En la infancia descubrimos que somos niños o niñas, descubrimos nuestro cuerpo.

También descubrimos que somos seres diferentes a los demás y hay personas que nos aceptan y les gustamos como somos y otras que nos rechazan. A partir de estas experiencias tempranas de aceptación/rechazo de los demás es cuando comenzamos a generar una idea de lo que valemos o dejamos de valer.

Durante la adolescencia es una de las etapas más críticas en el desarrollo de la autoestima. Los jóvenes necesitan forjarse una identidad firme y conocer a fondo sus posibilidades como individuo. También necesitan apoyo social de cuyos valores coincidan con los propios. Es la época en la que los jóvenes pasan de de la dependencia de las personas que ama (familia), a la independencia, a confiar en sus propios recursos.

Si durante la infancia hemos desarrollado una fuerte autoestima, nos será relativamente fácil superar las crisis y alcanzar la madurez. Pero si nos sentimos poco valiosos corremos el peligro de buscar la seguridad que nos falta por caminos aparentemente fáciles y gratificantes, pero a largo plazo insanos como el coqueteo con sustancias nocivas para nuestra salud.

Las personas con autoestima alta son aquellas que no ceden ante las presiones de la vida y están, ante todo, seguras de sí mismas.

Por ello, nada mejor que tener en cuenta cómo son estas personas, para saber cuáles son las cosas que debemos considerar, para llevar adelante nuestras vidas.

Estas son las características más reconocibles y representativas:

  • Son personas que son y actúan con seguridad.
  • Son capaces de tener intimidad en sus relaciones.
  • No ocultan sus sentimientos. Si son verdaderos, los demuestran.
  • Tienen capacidad para reconocer sus propios logros en la vida.
  • Tienen la habilidad de perdonar a los demás y también de admitir sus errores.
  • No temen los cambios en sus vidas, todo lo contrario, los ven bienvenidos.
  • Saben relacionarse con los demás, pero también disfrutar al estar a solas.
  • Saben plantear su punto de vista desde una perspectiva tolerante. De la misma forman sabe explicar cuando no están de acuerdo y por qué.
  • Son independientes, pero también saben cuando pedir ayuda.
  • No tienen miedo al fracaso, ven como un logro haberlo intentado.

Por el contrario la baja autoestima se define como la dificultad que tiene la persona para sentirse valiosa en lo profundo de sí misma, y por lo tanto digna de ser amada por los demás.

Las características que más les definen:

  • Falta de credibilidad en sí mismo, inseguridad.
  • Atribuir a causas internas las dificultades, incrementando las justificaciones personales.
  • Desciende el rendimiento.
  • No se alcanzan las metas propuestas.
  • Falta de habilidades sociales para resolver situaciones conflictivas (personas sumisas o muy agresivas).
  • No se realizan críticas positivas o constructivas.
  • Sentimiento de culpabilidad.
  • Incremento de temores y de rechazo social, y, por lo tanto inhibición para participar activamente en las situaciones.

Las personas con baja autoestima buscan, a veces sin ser muy conscientes de ello, la aprobación y el reconocimiento de los demás. Suelen tener dificultad para ser ellas mismas y poder expresar con libertad, aquello que piensan, sienten y necesitan en sus relaciones interpersonales, así como para poder decir “no” al otro sin sentirse mal por ello.

En ocasiones las personas que esconden en su interior sentimientos de baja autoestima, suelen ocultárselos a sí mismas mediante el uso de diferentes mecanismos de defensa (negación, intelectualización, fantasía, etc…) incluso haber creado a su alrededor una coraza defensiva, para protegerse de la amenaza (a veces fantaseada) frente a posibles rechazos sociales, incluso a críticas personales u opiniones que cuestionen sus creencias.

Las personas con baja autoestima suelen experimentar ansiedad ante situaciones de intimidad y afectivas. Esto se debe a la dificultad que experimentan a la hora de sentirse seguras y espontáneas en sus relaciones interpersonales.

Las causan que explican una baja autoestima (más o menos reconocida por la persona) son muy variables y numerosas, por lo que durante la psicoterapia se hace necesaria la construcción de hipótesis sobre los motivos que desencadenaron estos sentimientos.

La baja autoestima está relacionada con una distorsión del pensamiento, las personas suelen mantener un diálogo interno que incluyen pensamientos negativos sobre sí mismos y sobre lo que los demás opinan de ellos.

¿Cómo mejorar la autoestima?

La autoestima puede ser cambiada y mejorada.

1.Convierte lo negativo en positivo:

“No hables”

“No puedo hacer nada”

“No expreses demasiado”

“No soy suficientemente bueno”

Pensamientos alternativos:

“Tengo cosas importantes que decir”

“Tengo éxito cuando me lo propongo”

“Haré realidad mis sueños”

“Soy Bueno”

2. No generalizar.

Es importante no generalizar a partir de las experiencias negativas que podamos tener en ciertos ámbitos de nuestra vida. Debemos aceptar que podemos haber tenido fallos en ciertos aspectos; pero esto no quiere decir que en general y en todos los aspectos de nuestra vida seamos “desastrosos”.

3. Centrarnos en los positivo.

En conexión con lo anterior, debemos acostumbrarnos a observar las características buenas que tenemos. Todos tenemos algo bueno de lo cual podemos sentirnos orgullosos; debemos apreciarlo y tenerlo en cuenta cuando nos evaluemos a nosotros mismos.

4. Hacernos conscientes de los logros o éxitos.

Una forma de mejorar nuestra imagen relacionada con ese “observar lo bueno” consiste en hacernos conscientes de los logros o éxitos que tuvimos en el pasado e intentar tener nuevos éxitos en el futuro. Piensa en el mayor éxito que tuviste el año pasado. Todos debemos reconocer en nosotros la capacidad de hacer las cosas bien en determinados ámbitos de nuestra vida y que debemos esforzarnos por lograr los éxitos que deseamos para el futuro.

5. No compararse.

Todas las personas somos diferentes; todos tenemos cualidades positivas y negativas. Aunque no veamos “peores” que otros en algunas cuestiones, seguramente seremos “mejores” en otras. Por tanto, no tiene sentido que nos comparemos ni que, nos sintamos “inferiores” a otras personas.

6. Confiar en nosotros mismos.

Confiar en nosotros mismos, en nuestras capacidades y en nuestras opiniones. Actuar siempre de acuerdo a lo que pensamos y sentimos, sin preocuparnos excesivamente por la aprobación de los demás.

7. Aceptarnos a nosotros mismos.

Es fundamental que siempre nos aceptemos. Debemos aceptar que, con nuestras cualidades y defectos, somos, ante todo, personas importantes y valiosas.

8. Esforzarnos para mejorar.

Una buena forma de mejorar la autoestima es tratar de superarnos en aquellos aspectos de nosotros mismos con lo que no estemos satisfechos, cambiar esos aspectos que deseamos mejorar. Para ello es útil que identifiquemos qué es lo que nos gustaría cambiar de nosotros mismos o qué nos gustaría lograr. Luego debemos establecer metas a conseguir y esforzarnos por llevar a cabo esos cambios.

Elaborar proyectos de superación personal es una parte importante de nuestra autoestima y viene determinada por el balance de nuestros éxitos y fracasos. En concreto, lograr lo que deseamos y ver satisfechas nuestras necesidades proporciona emociones positivas e incrementa la autoestima.

Ya sabemos que la autoestima es uno de los factores más relevantes para el bienestar personal y clave para relacionarnos con el entorno de una forma satisfactoria.

En esta sociedad se no pide que seamos perfectos ¡Los mejores!; esto choca frontalmente con nuestra vivencia. Lo adecuado es sentir una parte de nosotros como maravillosa, aquella que se refiere a nuestras capacidades. Somos buenos para unas cosas, tenemos cualidades que ponemos o no en práctica, hemos conseguido cosas, etc…

La otra parte de nosotros alberga en los límites. Sí, a veces nos enfadamos, somos odiosos, débiles o miedosos, no sabemos qué hacer, e incluso nos equivocamos. La parte de los límites es la que intentamos esconder, la que nos avergüenza de nosotros mismos.

Ponemos tanta atención a nuestros defectos que no hacemos sino hacerlos más presentes y empeorar las cosas, por no aceptarlos, cambiar o salir de ellos. Toda esta energía puesta en los límites nos impide desarrollar nuestras capacidades y superarnos.

Necesitamos aceptarnos como un todo, con límites y capacidades. Querernos sin condiciones. Sólo así sentiremos el aumento de la autoestima. Necesitamos amar, atender, valorar y confiar en lo mejor de nosotros y en lo menos bueno.


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